lunes, 23 de enero de 2012

Comprar, o no, un ebook

Una compañera me ha preguntado por los ebook (o libros electrónicos, en castellano) y me he decidido a escribir sobre ello. Como todo en esta vida, y especialmente en las nuevas tecnologías, hay forofos, defensores y detractores.
A mí me lo regalaron y lo miraba un poco recelosa, pero ahora estoy encantada y le encuentro muchas utilidades y muchísimas ventajas.
Pero vamos a intentar aclarar algunas cosas:
No tiene nada que ver con el libro en papel, aunque sólo sea en el aspecto afectivo y la costumbre de tocar la página y pasarla... eso, en el electrónico, no se tiene. Y el mayor inconveniente a esto de pasar las páginas en el ebook es que si no entiendes algo, o te han parado o similar, es más complejo darle a la página anterior, esperar que se cargue, releer y volver a pasar la página, esperar y seguir leyendo.
¿más inconvenientes? no poder subrayar o marcar cosas, ni poder establecer múltiples páginas (en los libros preferidos o para lecturas que vayas a comentar).
Para algunos, el precio todavía es un inconveniente, aunque los hay desde 99 euros hasta 250, así es que hay dónde elegir.
Y en el otro lado de la balanza, sí hay muchas ventajas:
Entre las más destacadas: el peso. Los ebook son pequeños, fáciles de llevar, caben en casi cualquier bolso, para ladrillos (Señor de los anillos, Harry Potter, Los ojos amarillos de los cocodrilos, El cementerio de Praga, El Quijote...) es lo mejor, porque estos modelos permiten llevar uno o mil en el mismo espacio. Incluso, te permite cargar varios para un viaje y si no te gusta poder cambiar sobre la marcha, sin mayores cargos de conciencia.
 Hay distintos formatos para los libros electrónicos, pero lo mejor de estas cosas, es que siempre puedes convertir el archivo que tengas (un libro, un escrito en Word, un documento en PDF, determinadas páginas del BOE, etc)  al que te interese (epub es el mejor y el que resulta compatible con todos los lectores) con algún programilla o desde internet con alguna página de conversión online.
Conseguir los textos no tiene demasiada complicación: en internet hay muchas tiendas donde comprar los títulos que están de actualidad (casi al mismo precio que los que van en papel, lo que me parece una injusto porque no te deberían cobrar el no-papel, la no-tinta ni la no-distribución), los clásicos (como ya no tienen derechos de autor) se encuentran con facilidad en cualqeeir portal de libros gratis y en general, no hay grandes dificultades para encontrar la mayoría de los libros en formato digital. Algunos sí, esto no es infalible, pero supongo que cada vez habrá más fácilidad y precios más competitivos.
La duración no es un gran problema: la batería dura muchísimo porque la pantalla no tiene mucho brillo (lo que hace que la lectura no canse la vista ni le afecte la luz directa del sol en una merma de la calidad de lectura).
Y además, acabo de descubir un programa que ayuda a organizar la biblioteca digital con gran facilidad. Y además es de código libre, por lo que es gratuito: Calibre (noticia en El País).
Y sobre las marchas, pues "para gustos, los colores": El más barato es el Kindle de Amazon, por 99 euros. Y seguido de cerca por el Ebook de FNAC por 129. Entre los más específicos, Papyre tiene diversos modelos desde los 129 a los 659€, ahora "regalan" uno con un periódico y cupones por unos 40 euros, que además es en color y permite ver películas o series como en una tele (pero esto merma la visibilidad en algunas condiciones)... algunos usan la excusa del ebook para comprarse una tableta, pero ese es otro tema.
A la hora de decidir recomiendo:
- Pensar para lo que se va a usar: sólo como un libro (aunque ya que tiene otras aplicaciones, a lo mejor se usan) o se pretende tener un aparato para todo lo posible
- Brujulear un poco por internet algún título que te gustaría leer, ver en qué formato está, ver si lo sabes encontrar... Siempre hay algún foro en el que gente busque ese mismo título y otros le den pistas de cómo encontrarlo o el link a dónde poderlo comprar o descargar, internet está lleno de gente majeta
- Tener claro un presupuesto y mirar algo por internet, no tirarse a lo primero que te pongan en las manos
- Preguntar a conocidos, mirar el que tenga y ver cómo lo ves de útil, de práctico, de manejable...
- La facilidad y comodidad de que tenga WIFI (ahora, casi todos lo tienen), para facilitar la descarga de los libros y no necesitar depender únicamente del cable para hacerse con los libros
- La posibilidad de usar tarjetas de memoria (no todos lo permiten), aunque excepto en casos concretos, la memoria de la mayoría de los terminales permite gran variedad y cantidad de títulos dentro de un solo ebook, pero a determinada gente le puede resultar más cómodo usar tarjetas de memoria (la mayoría son MiniSD o MicroSD, como la mayoría de los teléfonos móviles y tabletas).
Y después de todo esto: feliz compra y mejor lectura, que es cultura

domingo, 22 de enero de 2012

¿Hasta dónde llegaría un profesor?

Cuando las cosas han ido bien, a los profesores no les ha ido igual de bien que al país... Los sueldos nunca han subido al nivel del IPC (del que nos cuentan, no del real); ha habido distints congelaciones alegando diferentes motivos (reales o no, más o menos creíbles - sobre todo comparándolo con el momento actual), todo lo han justificado con "tienen demasiadas vacaciones", etc.
Sin embargo, nadie se ha planteado otros factores comparativos: en educación no se suelen hacer regalos profesionales (como en otras profesiones: médicos, periodistas, informáticos, departamentos de compras de la empresa que sea...); en educación no cabe la opción de vacaciones pagadas o congresos como "invitado" en un país extranjero...
Ahora, que ha llegado la crisis "de verdad" vemos unos primeros aspectos curiosos y cómo reaccionas distintas partes de la sociedad:
- Colegios donde dejan de suministrar papel higiénico y la solución parece fácil: que cada cual se lleve su papel higiénico o alternativa. "arrimar el hombro entre todos".
- Colegios donde se deja de poner la calefacción (o se limita su horario de uso), la gente va más abrigada cuando ya lo sabe, incluso, acude con mantas (aunque hayamos visto cómo el alumno que fotografió esta situación y la subió a una red social fue sancionado desde el centro).
- Colegios donde se limita, controla o pone pegas a la adquisición y/o uso de material: fotocopias, hojas de exámenes, libros complementarios, diccionarios, cartulinas, rotuladores o lápices de colores, pegamento, tijeras...
- Hay centros donde la compra de nuevos materiales, por descontado, ha quedado reducida a cero. Lo puedo entender, que se haga lo que se pueda con lo que ya hay.
Sin embargo, empezamos a ver que en algunos centros de levante empieza a haber problemas con el pago de las facturas de la luz. Esto lleva a plantear determinadas dudas con difícil resolución aparente:
- Si se corta la luz de un centro educativo, pensando en los horarios ordinarios (diurnos), no parece que pueda afectar mucho. Pero la luz no afecta sólo a las clases, sino también a pasillos sin luz directa, escaleras sin ventanas, sótanos donde pueden ubicarse laboratorios, cafeterías, gimnasios, aseos... También afecta a clases con mala ilumniación en determinadas zonas, iluminación artificial para compensar reflejos en la pizarra (con la consiguiente persina bajada, o no), iluminación artificial complementaria para determinadas asignaturas: plástica, física, un día oscuro (muy nublado, una tormenta fuerte)... Todo esto pensando desde la enseñanza de nuestra época.
Pero pensemos en lo que piensa la educación moderna: se están implantando las nuevas tecnologías: presentaciones de diapositivas (con necesidad de un ordenador), clases de informática, tecnología de la información (con un ordenador de forma más o menos directa), presentación con transparencias, uso de la pizarra digital (en algunos centros ya han desaparecido las pizarras de tiza o rotulador), explicación en el aula de audiovisuales (vídeo, DVD, conexión a internet), alguna actividad en el salón de actos (normalmente sitios poco iluminados o sin ilumniación natural)... todo esto, que cada vez más es una exigencia de los planes de estudio y de las programaciones, presenta una dificultad visible si las empresas competentes decidieran cortar la luz a ese centro educativo.
¿Estamos preparados para volver a la educación de pizarra, voz e iluminación con velas? ¿Cómo justificaremos este cambio? ¿Cómo podrá un profesor sometido a esta presión externa competir por la atención de los alumnos que tienen los estímulos de las nuevas tecnologías en casa?
Ante todo, pensemos que la educación que demos a los alumnos de hoy será el cultivo de la sociedad del mañana: los que nos gobernarán y los que pagarán nuestras pensiones (si no cambian demasiado las cosas).